Rodeando la Tierra con regulite, el polvo lunar, reduciría la exposición a la luz solar hacia nuestro planeta en un 1,8% y bajaría la temperatura global e impactaría en el cambio climático. Pero no está claro si valdría la pena gastar tantos recursos en una estrategia similar.
En primer lugar, el proyecto requeriría más de una década de investigación antes de que pueda convertirse en realidad. Además, los riesgos asociados con tal enfoque, en términos de influencia en la agricultura, los ecosistemas y la calidad del agua, no están claros en absoluto. A pesar de las dudas, llevar 100 millones de toneladas de polvo entre la Tierra y el Sol no es una idea nueva.
Una capa de regulite en órbita
La regulite proporcionaría sombra a la Tierra al absorber parte de la energía luminosa y desviar los fotones lejos de nuestro planeta. Para lograr este objetivo, el polvo debería colocarse a 1,5 millones de kilómetros, donde la atracción gravitacional del Sol y de nuestro planeta se anulan. En esta zona, los objetos permanecen en una posición fija conocida como primer punto de Lagrange, o L1.
Un grupo de investigación exploró la posibilidad de colocar el polvo en L1 publicando los resultados en un papel científico (ref.). El principal problema es la energía de los fotones expulsados por el Sol, conocida como viento solar. Este fenómeno puede empujar la regulite más lejos de la posición deseada. Ahora, después de realizar miles de simulaciones en la computadora, Benjamin Bromley de la Universidad de Utah ha encontrado una posible solución.
Las simulaciones prevén que cada partícula de polvo pasaría alrededor de cinco días antes de dispersarse en todo el Sistema Solar. Lanzar en su lugar un flujo continuo de polvo lunar desde el polo norte de la Luna hacia L1 podría ser un enfoque mejor.
Qué tan realista es esta solución?
Las simulaciones han descubierto que mantener el escudo contra el polvo por un año podría obstaculizar la luz solar en un 1.8%. Sería como bloquear completamente seis días de luz solar. Si se sostiene el enfoque en el tiempo, compensaría el aumento de los niveles de dióxido de carbono que ha ocurrido desde el inicio de la revolución industrial. “Si este método funciona, sería ciertamente efectivo en reducir la temperatura global, pero es difícil decir si valdría la pena en comparación con el esfuerzo y los recursos utilizados”, afirma Ben Kravitz de la Universidad de Indiana, Bloomington.
Las evaluaciones no han previsto el uso de ninguna máquina para lanzar polvo lunar hacia el punto L1. En ese sentido, los investigadores sugieren el uso de un cañón de vía. “Este sistema sería perfecto porque podría ser alimentado por pocos kilómetros cuadrados de paneles solares ubicados cerca del lugar de lanzamiento”, dice Bromley. A pesar de estas posibles soluciones, la sombra de la Tierra tendrá efectos desiguales en diferentes regiones. “La temperatura, las precipitaciones, los vientos y muchas otras cosas cambiarán y cambiarán de manera diferente en diferentes lugares”, afirma Kravitz.
“Estos cambios se traducirán, por supuesto, en efectos en la agricultura, los ecosistemas y la calidad del agua”. Antes de que una estrategia como esta pueda ser implementada, estudios de ingeniería a gran escala deben ser llevados a cabo por más agencias como las Naciones Unidas, afirma Curtis Struck de la Universidad Estatal de Iowa.
“Considerar este enfoque no debería reemplazar nuestros esfuerzos para reducir las emisiones de carbono. Debemos continuar reduciendo los gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera, independientemente de lo que ocurra”, afirma Bromley. “La regulite nos daría simplemente más tiempo en el cambio climático en curso”.