Análisis liderados por la astronoma Diana Kossakowski del Instituto Max Planck de Astronomía han encontrado un planeta rocoso similar a la Tierra que orbita alrededor de su estrella madre, la enana roja Wolf 1069, en la zona habitable.
El planeta llamado Wolf 1069b tiene una masa similar a la Tierra, muy probablemente rocoso y también podría tener una atmósfera. Esto lo hace uno de los pocos objetivos prometedores para la búsqueda de señales de condiciones favorables para la vida y firmas biológicas.
Búsqueda de exoplanetas
Cuando los astrónomos buscan planetas fuera de nuestro Sistema Solar, están especialmente interesados en planetas similares a la Tierra. De los más de 5.000 exoplanetas descubiertos hasta ahora, solo una docena tiene una masa similar a la Tierra. Este grupo pequeño está ubicado en la zona habitable, la zona de un sistema planetario donde el agua podría estar en estado líquido en la superficie. Con Wolf 1069b, el número de estos exoplanetas en los que podría haber evolucionado la vida se ha incrementado en un candidato.
Detectar planetas de masa tan pequeña todavía es muy desafiante. Diana Kossakowski y su equipo se han asumido este complicado tarea. Dentro del Proyecto Carmenes se desarrolló un instrumento específico para la búsqueda de mundos potencialmente habitables. El equipo de Carmenes está utilizando este dispositivo en el Observatorio de Calar Alto en España.
«Cuando analizamos los datos de la estrella Wolf 1069, descubrimos una señal clara de baja amplitud de lo que parece ser un planeta de aproximadamente la masa terrestre», afirma Kossakowski. «Orbita alrededor de la estrella en 15.6 días a una distancia equivalente a un quinceavo de la separación entre la Tierra y el Sol«, los resultados del estudio fueron publicados en la revista Astronomy & Astrophysics (ref.).
Las características de Wolf 1069b
Según el estudio, la superficie de la enana es relativamente fría y por lo tanto aparece naranja-rojiza. A pesar de su corta distancia del centro estelar, el planeta Wolf 1069b solo recibe alrededor del 65% de la potencia radiante incidente que la Tierra recibe del Sol. Estas condiciones especiales hacen que los planetas alrededor de enanas rojas como Wolf 1069 sean potencialmente amistosos para la vida.
Además, todos pueden compartir otra propiedad especial. Su rotación probablemente está bloqueada por la marea en la órbita de su estrella anfitriona. En otras palabras, la estrella siempre está orientada hacia el mismo lado del planeta. Por lo tanto, hay un día eterno, mientras que del otro lado es siempre de noche.
Si se asume que Wolf 1069b es un planeta árido y rocoso, la temperatura media incluso en el lado hacia la estrella sería de solo menos 23° C. Según los conocimientos existentes, es posible que Wolf 1069b tenga una atmósfera. Según esta hipótesis, su temperatura podría ser mayor de 13°, como muestran las simulaciones por computadora con los modelos climáticos. En estas circunstancias, el agua permanecería líquida y podrían prevalecer condiciones favorables para la vida.
La importancia del campo magnético
La atmósfera no es el único requisito para hacer emerger la vida. También es importante protegerse de las radiaciones electromagnéticas de alta energía, partículas que destruirían posibles biomoléculas. La radiación y las partículas provienen del espacio intergaláctico o del centro estelar. Si la radiación de la estrella es demasiado intensa, también puede arrancar la atmósfera de un planeta, como ocurrió con Marte. La enana roja, Wolf 1069, emite solo radiaciones relativamente débiles.
Por lo tanto, una atmósfera podría haber sido preservada en el planeta recién descubierto. Y también es posible que Wolf 1069b tenga un campo magnético que lo proteja de las partículas cargadas del viento estelar. Muchos planetas rocosos tienen un núcleo líquido, que genera un campo magnético a través del efecto dinamo, como en la Tierra.
A una distancia de 31 años luz, Wolf 1069b es el sexto planeta de masa terrestre más cercano a nosotros, en la zona habitable alrededor de su estrella anfitriona. Pertenece a un pequeño círculo, como Proxima Centauri b y Trappist-1e, que son candidatos para la búsqueda de biosignaturas. Sin embargo, estas observaciones actualmente están más allá de nuestras capacidades en la investigación astronómica. «Probablemente tendremos que esperar otros diez años para esto», subraya Kossakowski. El Extremely Large Telescope (ELT), actualmente en construcción en Chile, podría ser capaz de estudiar la composición de las atmósferas de esos planetas y quizás también detectar pruebas moleculares de vida.»
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