Los investigadores chinos han descubierto miles de millones de toneladas de agua dentro de esferas de vidrio enterradas en la Luna. El hallazgo es interesante para su posible uso como fuente de agua para futuras bases lunares, según sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Nature (ref.).
El descubrimiento de Chang’e-5
Las diminutas esferas de vidrio, fueron recolectadas en muestras de suelo lunar por la misión china Chang’e-5 en diciembre de 2020. Podrían ser tan abundantes como para almacenar hasta 330 mil millones de toneladas de agua en la superficie lunar. Las esferas de vidrio, también conocidas como vidrios de impacto o microtectitas, se forman cuando los meteoritos chocan contra la Luna. Los minerales de silicato calentados a altas temperaturas por la fuerza del impacto se combinan para formar pequeñas perlas de vidrio que se dispersan como migajas por el paisaje circundante.
El suelo lunar contiene oxígeno, lo que significa que las esferas de vidrio también lo contienen. Cuando estas son golpeadas por protones del viento solar, el oxígeno reacciona formando agua que queda atrapada en estas cápsulas de silicato. A las temperaturas adecuadas, algunas de estas esferas de vidrio liberan agua en la atmósfera lunar y en su superficie, actuando como depósitos.
Estas esferas de vidrio serían una fuente ideal de agua, hidrógeno y oxígeno en la Luna. Tanto la NASA como la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) están muy interesadas en este descubrimiento. CNSA prevé que su proyecto de base lunar estará completo alrededor de 2029.
Producción de agua en la Luna
“Si queremos extraer agua de las esferas de vidrio de impacto para la futura exploración lunar, primero tenemos que recolectarlas. Una vez llevadas al punto de ebullición en un horno, las enfriamos y obtenemos el vapor de agua”, declaró el coautor Sen Hu, geólogo planetario.
“Otra ventaja es que las perlas de vidrio de impacto son comunes en los suelos lunares, desde el ecuador hasta los polos y de este a oeste”. La misión china Chang’e 5, que toma su nombre de una diosa china de la luna, fue la quinta de una serie de misiones que buscan establecer las bases para futuros alunizajes humanos. La misión aterrizó en la luna para recolectar material de su superficie antes de regresar a la Tierra en diciembre de 2020.